Reseña en La galla ciencia
(20 de febrero de 2017)
Cruzar el cielo
Ada Soriano
Col. Piel de sal
(Celesta, 2016)
Me
quedé dormida y al despertar asistí al alumbramiento.
Este
poemario llega a mis manos a través de un poeta magnífico, José Manuel Ramón,
cuyo poemario La Senda Honda, también tuve la oportunidad
de reseñar. Y Ada Soriano, poeta de Orihuela, ha sido para mí otro
descubrimiento muy grato.
Cruzar
el cielo, es uno de esos libros distintos, que se recuerdan
siempre, no por la calidad de sus poemas, que también, sino porque algunos son
verdaderos hallazgos, como el que da nombre al libro, y otros, como De Vuelta,
Viaje o Mariposas.
El
latido de Sylvia Plath está presente en la forma de escribir de Ada Soriano, y
convierten este puñado de bien hilados poemas, en una suerte de conjuro
oportuno bien cocinado. Una poética forma de acercarse a una realidad propia,
un universo personal, a través de los ojos de la poeta, a cuya poesía me he
acercado precisamente por este libro, y a la que procuraré no perder de vista,
para asistir a la evolución de su poética.
Construyen
Cruzar el cielo, diecinueve poemas mágicos, cosidos a
mano. Y aunque no suelen ser de mi agrado personal los poemas excesivamente
largos, sí que me ha llamado la atención la coherencia interna, incluso la
voluntad narrativa de alguno de ellos. Uno de mis favoritos, El despertar de
la memoria, es una evocación onírica del recuerdo. Emocionantes y poderosas
imágenes:
Y
me hallé de nuevo en aquella casa
con
su escalón de siete pulgadas. (…)
Recuerdo
la vieja escalera,
la
que conducía al altillo, donde yacía
la
pizarra con una ecuación ya resuelta.
Nosotros,
vamos resolviendo ecuaciones, resolviendo la vida, avanzando, quizás, huyendo
de ella. Es este el enfoque. Es posible. La búsqueda de un asidero, en la
corriente del tiempo. Es justo lo que ofrece Ada Soriano. La invocación de los
elementos, de las estaciones, de los ángeles, de la luz y la sombra, el amor,
la locura, el miedo en la incertidumbre. Del posible refugio al desvalimiento.
La
lectura de este poemario sin duda, provoca en el lector cierto desasosiego. A
pesar de no ser precisamente vitalistas, irradian luz desde el interior, y esta
claridad aleja a esta autora, radicalmente, de la voz de Sylvia Plath, o Anne
Sexton, aunque se rinda a las poetas suicidas un sincero homenaje en
poemas como Te amo, en el que no se esconde una apasionada fascinación
por la desesperación, por el anhelo de abandonar un mundo demasiado complicado.
Ada, sin embargo, ofrece en sus versos fórmulas para sobrevivir, a la
agorafobia, al peso de lo cotidiano, y se me antoja que a la asfixia en el
mundillo literario, también.
Lo
vemos en el poema Hacia la concreción:
No
se ama cuando se hurga en los contenedores de la fama
para
sentir el roce del halago y el sabor de la popularidad.
Desconozco
el bagaje de Ada Soriano, sus lecturas de base, pero posee un lenguaje, una voz
propia, bien definida, distinguible en el ruido, en la multitud. Y siempre es
de agradecer que sea posible encontrar, en una autora, precisamente lo que se
busca. Lo que se espera. La imagen de vuelta como en un espejo. La empatía,
solícita, que reconforta la existencia.
Cruzar
el cielo, es un libro digno. Un buen poemario para degustar con
tranquilidad, pues agita los mecanismos internos. Poesía bien estructurada.
Formas, bien acabadas, desde el punto de vista de la técnica de una autora que
sabe lo que hace y lo que escribe, y ha trazado bien el camino para llegar al
momento justo, al lugar deseado. Esos recovecos del alma, donde aún, es posible
sentir el calambre, el temblor de la más pura emoción.
Rosario
Troncoso
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