Rafael González, Luis de la Rosa y Luis González Nieto
Cuando una amiga común
que está entre nosotros me habló de Luis de la Rosa, me mostró su libro y me
propuso que lo presentara como estoy haciendo en este momento, yo no le
conocía.
Pero en cuanto leí sus
poemas, acepté encantado, no porque él sea
vallisoletano, cosa de la que me enteré al leer la solapa, y yo
palentino (que siempre estamos un poco por encima…en el mapa), sino porque me
ha impresionado muy gratamente cómo blande su ESPADA DE SENTIDO, como se pelea con las palabras para llenar un
vacío, su vacío, para dar forma a una realidad que está ahí, al margen de él
pero a su alcance,
Creo que VACÍO,
SENTIDO, FORMA y también IMÁGENES Y FANTASMAS son elementos clave de su poesía,
como veremos enseguida.
La de Luis de la Rosa
es una poesía que si sitúa en el filo de la navaja de la expresión, que intenta
ser indagación de la palabra y de lo real. No me gusta nada la palabrita,que
está muy de moda, pero estamos en el difícil terreno de la metapoesía, de una
poesía intelectual (tampoco me gusta esta expresión pero no encuentro
otra), que se cuestiona a sí misma y al
mismo tiempo asume, con todos los riesgos, un papel equivalente o sustitutivo
de la filosofía, de explicación del sentido de la existencia y de la comunicación.
En la incipiente
década de los cuarenta de su vida, el discurso de Luis es maduro, aunque, sobre
todo desde mi perspectiva, es muy joven. Pero
normalmente a los cuarenta se es maduro y no es casual, creo yo, que se
dedicación a la poesía haya sido relativamente tardía, como él me ha explicado.
A menudo, durante la
lectura de sus poemas, me ha resonado aquella invocación juanramoniana:
“¡Intelijencia, dame / el nombre exacto de las cosas! / …Que la palabra sea /
la cosa misma / creada por mi alma nuevamente. / ¡Intelijencia, dame / el nombre exacto, y tuyo, / y suyo, y mío, de
las cosas”.
O también aquella voz
de Ángel González: “Escribir un poema:
marcar la piel del agua. / Suavemente, los signos / Se deforman, se agrandan,…
/ Se distienden, se tensan hasta / Que el hombre que los mira… / O ve su propio
rostro / O –transparencia pura, hondo / Fracaso- no ve nada”.
Es la concepción
de la poesía que se inicia con el
simbolismo y el hermetismo como una tarea imposible pero inevitable y que queda
clara en los versos de Luis. En varias ocasiones, pero especialmente en el
poema que inicia la tercera parte del poemario, Espada, que cumple la función de una poética: “¿Cuando un ser
blande inesperado / Una espada afilada de sentido / Inadvertidamente, / No
puedes dejar el sentido, / El fantasma que sólo tú ves, / Fuera de las cosas
sólidas / O del río limpio? / No, porque yo he desaparecido / Y las cosas
existen sin mí”.
Si entendemos bien, se
nos está diciendo que el sentido es un fantasma del poeta, las cosas existen “sin mí”. El darles sentido es la
imposible tarea del poeta.
Algo parecido se nos
dice en otro momento: “Palabras como renacuajos en agua inmóvil / Con el riesgo
de lo no-sólido, /De no capturar lo perseguido”.
Dije antes que uno de
los significados clave de la poesía de Luis es el de FORMA. Aparece en muchos
momentos, y de manera a veces contradictoria, “Cuando la forma cría calor / Por
fin deja de ser despreciable / U odiosa /… Que las formas que nos rodean sean /
Úteros donde meternos palpitantes / Para que dejen de ser zapatos que nos
llaguen”.
Pero es la forma la
que a veces consigue el milagro, “Misterio del poema: / He parido piedras /
Pero, al observarlas, / Veo que son archipiélagos de la vida /…/ Las piedras se
elevan / Y se echan a caminar / Cuando la
forma lo decida”.
Junto a la forma están
las imágenes y los fantasmas. Tienen mucho que ver con el sentido y a veces se
confunden, en medio están las palabras,“Empezar un poema es entrar / A tientas
en un cuarto oscuro…”
Hay un momento en que
el poeta se ve avanzando locamente en la noche, y lucha por resolver el
enigma, “Hasta que las cosas te miren /
Respondiendo a tu mirada. Ahí puedes parar”.
Esa es la ilusión o la
utopía a la que aspira el poeta, que a menudo siente que fracasa. La idea
reaparece con frecuencia: así en el poema central al que ya nos hemos referido,
que concluye, “Se trata de volver al va- cío de lo inútil / Y girar estúpido
como un derviche”.
También me he referido
al significado VACÍO que me parece clave
en la poesía de Luis de la Rosa. No es casual que aparezca en los primeros
versos del primer poema del libro: “¿Es verdad tu luna? / Yo tengo, pero tengo
/ Vacío como estilete en la garganta”. Y en el último, que destila pesimismo
existencial: “Qué peligroso estar lleno de vacío”. Y en el que ya hemos glosado
dos veces, su poética: “Se trata de volver al vacío de lo inútil / Y girar
estúpido como un derviche”.
Un pesimismo
existencial, de estirpe cernudiana, está explícito en algunos poemas pero
además impregna todo el libro. Es un pesimismo que se entiende mejor cuando se
conoce la admiración del poeta por Luis Cernuda, que él me ha explicado.
Y concluyo como
comencé. El libro de Luis de la Rosa se inscribe en mi opinión en la corriente
de una poesía concebida como investigación de la realidad. A ello no es ajena
la expresión, que es a veces coloquial, a veces dura y no elude, sino que
busca, en ocasiones un prosaísmo provocador incluso el exabrupto, junto a imágenes sencillas pero potentes.
Aunque la única
referencia literaria que se hace en el libro es la poesía de Pedro Salinas, por
quien también compartimos admiración los dos Luises y a quien dedica un poema,
también me ha confesado mi tocayo su admiración, también compartida, por su
paisano Jorge Guillén. Pues bien, a partir de este libro, deseo a Luis de la
Rosa que siga los pasos de Guillén y que continúe su obra depurando como él los
versos de su Cántico.
Luis González Nieto
Mis mejores deseos para esta presentación. Un abrazo.
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