martes, 1 de septiembre de 2020

Reseña sobre Las raíces del velo

(Reseña en Las nueve musas, 28 de julio de 2020)

José María Piñeiro Gutiérrez es un escritor oriolano dotado de una gran versatilidad. Destaca como articulista, ensayista, narrador y autor de aforismos.

También practica la fotografía y la pintura, y desde hace años mantiene el blog, empireuma. Blogspot,comPero ante todo es un auténtico poeta, si bien creo que como autor lírico no ha obtenido el reconocimiento que merece, eso que se da en llamar justicia poética. Su último poemario, Las raíces del velo (Editorial Celesta, Madrid, 2019), repleto de imágenes y destellos imaginativos, está escrito con una dicción reflexiva, intensa y envolvente que no rehúye la emotividad.
En todo el poemario se fusionan intuición y pensamiento en una constante basculación entre el pasado y el presente, el himno y la elegía. El autor ahonda en asuntos metafísicos esenciales sin renunciar a un lenguaje matérico y carnal. La poeta y crítica literaria Esther Abellán ha escrito con acierto en la revista cultural LOBLANC que «desde el propio título, Las Raíces del velo trae la confrontación de lo etéreo y lo sólido; la fragilidad, la sutileza y el tacto apenas perceptible de la vida frente a la fuerza y la consistencia de las experiencias y de todo aquello que constituye la memoria».
Las raíces del velo está sustentado formalmente en el hábil manejo del versículo, el empleo de figuras retóricas como el encadenamiento de imágenes (José María Piñeiro es un maestro consumado en el empleo de la imagen poética), la anáfora, la sinestesia o la aliteración y una riqueza semántica apabullante, si bien el poeta no se estanca en díscolos ensimismamientos expresivos, ni se solaza en la mera voluptuosidad retórica; lima y pule sin someterse a las restricciones de las normas convencionales de versificación, de tal modo que la lectura de sus poemas constituye una gratificante y enriquecedora experiencia.
En cuanto al inspirado título del libro que nos ocupa, el propio autor ha explicado en varias ocasiones, y esto mismo queda reflejado en la contraportada, que Las raíces del velo «simboliza la fragilidad, la fugitiva esencia de la vida; las raíces, por oposición, serían los episodios más determinantes de lo vivido».
El poemario está dividido en tres partes permeadas por un manifiesto autobiografismo. Cada una de ellas podría haber originado un libro por sí mismas. No estamos hablando, sin embargo, de tres poemarios incompletos agrupados en un solo volumen, pues las tres secciones, perfectamente ensambladas, constituyen una estructura unitaria y coherente. José Manuel Ramón, uno de los mejores amigos del autor, definió con tino la estructura tripartita del libro durante su intervención en la presentación del mismo en la librería Códex de Orihuela en mayo del año pasado: «son tres partes íntimamente relacionadas entre sí y vehiculadas en pos de una búsqueda del Amor absoluto que el autor ha emprendido, y que todos íntimamente ansiamos o deberíamos ansiar, según infiero. Amor absoluto representado por la verdad y la belleza, también por la carnalidad y su crudo relato del deseo, en definitiva, por el ser humano que desbroza su esencia con esa carga de profundidad que es el arte, dirigido a estimularnos hacia otros niveles de conciencia diferentes al nuestro».
El poemario está encabezado con esta dedicatoria general: «A mi madre, que soñaba con jardines y bodas» Y es que Lolín Gutiérrez murió poco antes de la impresión del mismo. De modo que este libro es también un sentido homenaje a la madre ausente.
El título mismo de la primera parte, “biografemas”, es otro ejemplo de la coherencia intelectual de nuestro autor, gran conocedor de la obra de Roland Barthes, sobre la cual ha escrito numerosos textos. Biografema es el neologismo acuñado por al filósofo francés para definir escenas, imágenes o pinceladas biográficas concretas que aunque no pueden abarcar una biografía en toda su extensión sí logran ilustrarla.
En el primer capítulo de Las raíces del velo encontramos los recuerdos de la infancia y adolescencia del autor que dejaron una huella indeleble en su memoria y forjaron su conducta psicológica hipersensible e indagatoria. También nos habla el poeta de su capacidad ensoñadora y su querencia por el arte, la poesía, la filosofía y los enigmas de la vida. En estos nueve “biografemas” también se percibe, la obsesión por el paso del tiempo, el asombro y el fervor ante la vida presente.