Reseña en empireuma (4-12-2017)
Cruzar puertas traseras. Rafael González Serrano. Editorial Celesta, 2017
Decía Borges que la poesía es el lenguaje de la imaginación, lo que también viene a decir que es el lenguaje de lo posible. La plasticidad absoluta con que la poesía somete a la palabra, permite la expresión de cualquier singularidad al tiempo que hace adaptarse al lenguaje a las anfractuosidades de todo medio que exija una descripción elocuente.
En este poemario de Rafael González Serrano, de formato tan breve como preciso, se cumplen con prestancia todas estas expectativas, puesto que la imaginación ha trabajado con soltura y lo expresado lo es de un mundo al que se le podían aplicar las disquisiciones que un Gaston Bachelard expusiera en su libro Poética del espacio.
En este caso, Rafael González Serrano elige un motivo de rico simbolismo, la casa, convirtiendo sus distintos componentes –pasillos, alcobas, puertas, mirillas, baldosas o ventanas– en tramos de una singladura exploratoria de vívida imaginación. Que la casa sea el laberinto de la propia subjetividad o signifique una aventura semejante de otros territorios, es algo que converge o es lo mismo en el intrincado desfiladero de mundos posibles en que queda convertida la casa. Pocas cosas tan personales como la casa de uno y al tiempo, susceptible de convertirse en testigo de desasosiegos y significaciones súbitas de la historia de sus habitantes y que la poesía aplicada con viveza convierta en testimonio que trasciende la estricta subjetividad.
Cada casa tiene su memoria y la casa misma es metáfora del modo de vivir y ser de un alma. En el poemario no solo se recorren todos los rincones sino que hay recorridos exploratorios por los aledaños, -plazas y callejones- incluyéndolos en los territorios relacionados con la casa. Esta es un centro, un interior que se explora y descifra del mismo modo como lo es el entorno, los linderos que pertenecen al exterior inmediato. Volvemos a lo dicho. Es la poesía lo que hace posible un viaje semejante y que tal viaje implique un desciframiento profundo del lugar donde mora el sujeto y sus fantasmas. Y el resultado del poemario de Rafael González Serrano es, en efecto, un viaje descifrador tan lúcido como imaginativo.
José María Piñeiro Gutíerrez
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